sábado, 23 de junio de 2012

Aún así...


Me trago mi tristeza con un toque de amargura hasta vomitar el miedo y la angustia que me envenenan, espero a estar sola para hacerlo porque nadie a mi alrededor entiende mi dolor y todos dicen “ya pasó, olvídalo”. Sí, ya pasó; no, no lo puedo olvidar… había vivido muchos años como autómata, con todos mis demonios dormidos  pero han despertado y son reales y están en mi presente. Lo que pasó ya no me hace daño… son los demonios que se han quedado los que me hacen daño, eso no lo entienden. Es mi cruzada y nadie puede hacerlo por mi, pero sería lindo  en vez de escuchar un “ya pasó”, escuchar “tienes razón de sentirte así, sigue luchando como hasta ahora, has sido muy valiente”; sería lindo una mirada a los ojos en vez de una mirada hacia el suelo.
Hago un nuevo recuento de las espinas para descubrir que hay más con cada nuevo recuerdo, algunas se hunden más otras sólo están ahí, ya no las siento, otras todavía hacen sangrar mi alma. Poco a poco voy quitando algunas, pero siempre habrá espinas para quitar
Me envuelvo en una sábana de pesadillas para dormir, en contra de mi voluntad. Cada noche es una lucha a muerte entre mis fantasías y el infierno de mis recuerdos, la única baja soy yo.
Mi sonrisa es el escudo que me pongo todos los días para sentirme normal y no caerme a pedazos en cuanto pongo un pie en la calle a la hora de salir a la vida. Me preguntan si estoy bien… digo que sí, tan solo ha sido una mala noche… ¿mentira o verdad a medias?  Casi nunca contestaré que me siento fatal y que es porque mis demonios han estado acosándome… aunque esa sea la respuesta casi siempre.
Mi camino es largo.  A momentos  el paisaje es hermoso, tanto que parece un sueño; pero hay temporadas en que tienes que atravesar un pantano al que apenas sobrevives porque el lodo te llega hasta la cabeza, hay que hacer un esfuerzo sobrehumano para poder mantenerte en la superficie y poder respirar… es un pantano traicionero y sin honor porque nunca te tragará por completo jugará contigo hasta que te canses o salgas.
Sigo aquí, sin embargo estoy muy cansada y ya no puedo volver al estado de animación suspendida en el que me encontré durante muchos años, ya no me serviría de nada… sólo me queda tomar un respiro y seguir ¿cómo lo hago cuando duele tanto vivir? Duele tanto que lo siento en cada fibra de mi cuerpo, el dolor es real y quisiera desgarrarme la piel para dejar de sentirlo.  ¿Cómo lo hago si siento el alma muerta? ¿Cómo lo hago si siento la voluntad quebrada? … sé que lo he hecho antes y cada vez he utilizado una herramienta diferente, pero ahora no encuentro una que funcione, es cansado buscarla mientras te esfuerzas por mantenerte cuerda y con vida, estoy cansada.
Estoy cansada y aún así lucho contra mis demonios, quito las espinas, desahogo mi miedo, paso malas noches, sonrío y me aferro a la vida. Duele tanto...
¡YA BASTA!


jueves, 14 de junio de 2012

Juego de niños

- ¿Pudo jugar?
- ¡No!... no fastidies
- Solo un ratito...
- ¡Que no! esto es un juego para niños, vete a tu cuarto 

No había niñas de mi edad con quien jugar cerca de la casa, admiraba a mis hermanos y quería divertirme como ellos que sí tenían amiguitos y sí se la pasaban todo el día divirtiéndose. Mis hermanos... que en realidad son mis tíos pero como mis abuelos se hicieron cargo de mi nos educaron como hermanos, jamás les llamé tíos siempre me dirigí a ellos por su nombre, la diferencia de edad entre ellos y yo es de tan solo 8 años, para mí eran mis hermanos... ellos me defenderían, me cuidarían y algo que me gustaba presumir es que son mellizos... 

Había días en que me demostraban su cariño, jugaban a las muñecas conmigo y nos inventábamos historias de héroes y villanos, me traían paletas heladas y me prestaban atención; aunque como en cualquier relación de hermanos habían rencillas por cosas como una caja de colores extraviada o travesuras por el estilo. No se cuando ocurrió, pero recuerdo quién fue el primero de ellos en convertirme en su muñeca a la hora de jugar... Les llamaré Ariel y Daniel. Y bueno... a momentos verán que hablaré de ellos como mis tíos y a momentos como mis hermanos... es complicado lo sé pero así fue lo normal para mi.

- ¿Pudo jugar?
- ... Esta bien, pero en nuestro cuarto
- ¡¿De veras?!
- Sí... vamos a jugar a la casita
-¡Sí!... voy por mis muñecas...
- No, no las traigas, hoy yo seré el papá y tu la mamá. Daniel y Emanuel serán nuestros hijos. Ahora espera a que prepare todo

Emanuel era un vecino que pasaba mucho tiempo en casa, amigo de mis tíos. La habitación de mis tíos tenía literas y Ariel se dedicó a acomodar una sábana debajo del colchón de la cama de arriba para que quedara sujetada y así quedara hecha la "casa", mientras tanto Daniel y Emanuel jugaban con unos cochecitos ignorando por completo lo que ocurría... ese juego en realidad sería entre Ariel y yo. La litera estaba arrinconada en una esquina de la habitación y en el rincón Ariel puso muchas almohadas y además puso más sábanas.

- Entra y acuéstate en sobre las almohadas... yo "voy a salir"... no te salgas

Lo escuché jugar con Daniel y Emanuel un rato y luego volvió, comenzó a tocarme por encima de la ropa y yo me sentí incómoda, comencé a dar patadas pero me sujetó con fuerza...

- Shhh, ¡cállate! si te oyen te van a acusar y te van a regañar

Me sujetó en ese momento las manos con fuerza, hasta que sentí que únicamente colgaban un par de trapos de mis muñecas, me recosté y me bajó la ropa interior... ese día supe lo que era que alguien se frotara en mi entrepierna... sentía que me quemaba porque él tenía puesta su ropa, después me manoseó y luego experimenté lo que era el sexo oral sin saber en realidad que eso era, yo simplemente me quedé quieta, apenas podía respirar y mi cuerpo se tensaba por completo. Después de eso jugar a la casita significaba otra cosa, yo accedía porque si no me lastimaba... me retorcía las manos, me sujetaba los brazos por detrás de la espalda hasta que sentía que se desprenderían o algo por estilo. Cuando intentaba alejarme mientras me hacía sexo oral me sujetaba de la cadera y me clavaba los dedos... terminé por entender que nunca le ganaría en cuanto al tamaño y a la fuerza; además siempre me amenazaba con que mi madre dejaría de quererme y que haría a la familia muy triste, siempre me decía que era una llorona y que era una tonta.

Cuando lo único que quería era lastimarme solo me sujetaba las manos y las retorcía, al principio yo lloraba y forcejeaba, pero aprendí que eso sólo lo animaba a lastimarme más, así que dejé de llorar, aprendí a controlar mi dolor, aprendí a desconectar partes de mi cuerpo para no sentir dolor y también aprendí que mi mejor defensa en esos momentos era dejar que me pegara a su cuerpo y morder... eso le daba risa y me decía "más fuerte... ¿ves? no me lastimas". Entonces ese juego dejó de ser divertido y dejó de hacerlo. ¿Si me defendía de eso por que no me defendía igual de la agresión sexual? porque se enojaba, su mirada se desorbitaba y se volvía más violento... parecía un animal; ya le había visto golpear a mi abuela, a Daniel... para someterlo se necesitaba de dos personas por lo menos, siempre se peleaba en la escuela... eso me daba miedo, con los otros juegos si me defendía su reacción era aburrimiento, cuando se metía entre mis piernas y yo intentaba defenderme aunque sea un poco su reacción era furia. Además le había quemado la cara a Daniel con un tenedor caliente por "juego", para ver qué pasaba; cuando eran más pequeños prendieron fuego a sus camas... 

Daniel fue iniciado en el juego de la casita poco tiempo después, yo ya no me negaba simplemente dejaba que pasara y mientras menos oposición ofreciera más rápido se acababa el asunto. De la litera y el juego de la casita pasamos al juego del escondite, pensé que estaría bien pero no fue así... el clóset se volvió la mazmorra y si intentaba defenderme me tapaban la boca y la nariz y volvería a respirar si cooperaba.

Ariel en cuanto tuvo novia me dejó en paz para ese entonces yo tenía unos 10 años... y me violó cuando yo tenía 16 años. 

Daniel era el "cariñoso" de los dos, eran ambas caras de la misma moneda, era más cuidadoso incluso gentil, qué estúpido suena eso... pero si los comparamos así eran las cosas, así son ellos. Los abusos de Daniel terminaron cuando tenía unos 11 o 12 años y jamás volvió a ponerme una mano encima. Era mi hermano favorito, porque me ayudaba con las tareas, iba por mi al colegio cuando mi abuelo no podía, veíamos la TV juntos y jugaba de otras maneras conmigo. Como dije en alguna ocasión... uno era el malo otro era el bueno.

Entre los 12 y los 16 años tuve un "descanso" de agresiones sexuales, pero seguían invadiendo mi privacidad, seguían tomando mis cosas sin permiso,seguían burlándose de mi peso y de mi gustos. Yo ya no era necesaria porque ya tenían novia, pero eso no les impedía seguir humillándome de otras maneras.

Antes pensaba que yo era la consentida de mi abuela, porque siempre tenía lo que quería pero desde hace unas semanas pienso que más bien eran indemnizaciones... siempre, cada vez que ellos me hacían algo ya sea romper un juguete, comerse una golosina mía o que me hicieran llorar por una broma pesada mi abuela decía "déjalos ya luego te compro otro", "déjalos no les hagas caso", "déjalos ya van a ver"... pero jamás vi que les quiten su mesada para reponer mi juguete roto, jamás vi que les mandaran a la tienda para que compraran una golosina para reponer la que se habían comido, jamás vi que les prohibieran ir a alguna fiesta... Después de la violación mi abuela me compró todo aquello que yo quise, da qué pensar ¿no es así?

Ariel ya ha abusado de su hijastra, Daniel tiene una hija y no sé que pasará... a veces pienso que es tan víctima de Ariel como yo pero eso no es excusa o justificación para lo que me hicieron, la diferencia de edad entre los hijos de mi madre con su esposo y yo es de 9 años, y NUNCA se me cruzó por la mente jugar a "la casita" con ellos, cuando me decían que les cambiara el pañal me sentía lo peor del mundo y cuando me decían que les bañara era peor... me sentía morir, sentía que era una persona horrible, ante mi nerviosismo mi madre y mi abuela pensaban que era porque jamás había atendido a un bebé pero que tenía que aprender. 

Yo tenía unos 4 o 5 años cuando jugaba a "la casita" con mis tíos, habrá quien diga que es imposible, que estaba muy pequeña para tener recuerdos tan claros de esa edad... pues sí  los tengo  y no solo recuerdo esos hechos, recuerdo algunos juegos del jardín de niños o mi fiesta de 4 años y algunos paseos al zoológico. Tengo muy buena memoria en cuanto a las imágenes... y esa buena memoria es mi maldición, porque cuando esas imágenes se conectan con los sentimientos y el recuerdo se completa y vivo un infierno.

En los últimos meses me he preguntado algunas cosas: ¿quién les enseñó eso? ¿quién les hizo eso? ¿fue mi abuela y por eso les defiende de modo tan demente... para no ser descubierta? ¿fue alguna visita? mi abuela daba posada casi cualquiera (ya saben ella tan caritativa y generosa) ¿fue el familiar de alguno de sus amigos? ¿QUIÉN? ¿QUIÉN? ¿QUIÉN?; sé que no tendré respuestas, sé que eran unos niños pero no puedo sentir pena por ellos... no puedo... yo escogí no hacer pasar a mis hermanos menores por el infierno donde me llevaron... mis tíos pudieron haber hecho lo mismo por mí. Mis hermanos menores han sufrido mis secuelas, mi manía de controlar mis cosas, mis explosiones de histeria... es algo que lamento mucho, pero en ese entonces ni yo misma sabía lo que me pasaba y he intentado compensarlo estando para ellos cada vez que me necesitan.

Para muchos el monstruo es alguien mucho mayor, alguien con cara de hombre y que ya tiene la edad suficiente para tener una barba tupida y las manos callosas por el trabajo, mis monstruos son unos niños. Por mucho tiempo menosprecié mi historia por esto (aún lo hago), sentía que no tenía derecho a quejarme o hablar de ello porque no se trataba del estereotipo del hombre borracho y maltratador... ¡eran unos niños, por el amor de Dios!

A pesar de todo esto me siento aliviada... no tengo idea de cuán larga es la cadena de abusos en mi familia, pero al menos yo, en lo que a mi me toca, la pude romper y espero que los juegos de niños de mis hermanos menores hayan sido solo eso y que no haya llegado la influencia de mis tíos a ellos, espero haber roto el silencio a tiempo, mi madre dice que si y yo le pido a Dios con la poca fé que me queda que así sea.

Hasta la fecha me da tristeza el ver que los niños jueguen, no puedo recordar el haber jugado con tanta inocencia y felicidad, pero al mismo tiempo me da gusto que puedan hacerlo, me da gusto pensar que hay niños cuya infancia es verdaderamente feliz.


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